Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


100418
Legislatura: 1901
Sesión: 20 de Julio de 1901
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 34, 486-487
Tema: Mortalidad de niños en Madrid. Aprobación de la ley de Sanidad. Seguridad de los andamios y regularización de la marcha de los automóviles

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Tiene mucha razón mi antiguo y distin- [486] guido amigo el Sr. Calvo y Martín. Hace falta una nueva ley de Sanidad, pero yo me permitiré recordar a S. S., que esa ley se ha aprobado ya dos o tres veces en el Senado, ha ido al Congreso, y allí se ha quedado estancada, y ahora voy a dar un disgusto al Sr. Calvo y Martín, sintiéndolo mucho, porque sabe S. S. que le quiero muy de veras. ¿Sabe el Sr. Calvo y Martín quién tiene la culpa de que esa ley no haya salido del Congreso? Pues los compañeros de profesión de S. S.

¡Qué quiere S. S. que yo le diga! Yo no tengo autoridad sobre esos compañeros de S. S.; es seguro que S. S. la tendrá mayor que yo. Por consiguiente, influya con ellos para que no pongan dificultades a la aprobación de una ley tan indispensable como ésta. Podrá tener defectos ¡qué ley no los tiene!, pero tiene también grandes ventajas.

El Gobierno anterior, el Gobierno del partido de S. S., presentó la ley; se aprobó aquí, pasó al Congreso y allí se ha quedado, por culpa, no de aquel Gobierno, sino de los médicos, que por buscar lo mejor, dejan de tener lo bueno.

En cuanto a los otros puntos de que S. S. ha tratado, debo decirle que dependen de la municipalidad, no del Gobierno.

Ahora, lo que podrá hacer el Gobierno, será excitar a la municipalidad para que corrija los defectos que S. S. ha denunciado, y lo hará aunque sea un poco difícil, pues estando tan de moda la descentralización, no es cosa de que el Gobierno intervenga más que hasta ahora en las cuestiones municipales, atrayéndose censuras por procurar que las cosas se hagan bien, y, sobre todo, se hagan en beneficio de la humanidad.

Yo creo que hay disposiciones municipales referentes a andamios y que, afortunadamente, han disminuido mucho las desgracias que la mala disposición de los mismos ocasionaba, pues aunque aún ocurren, son debidas más de una vez a la imprevisión y a la temeridad de los mismos trabajadores. Por lo demás, los Ayuntamientos se cuidan ya mucho de los andamios, a fin de que en ellos puedan trabajar, si no con absoluta seguridad, con la posible, los que están acostumbrados a andar por esas alturas.

En cuanto a los automóviles, es verdad que a veces nos ponen en verdaderos aprietos. (El Sr. Calvo y Martín: ¡Ya lo creo! El otro día por poco me atropella uno.-Risas.)

Como esto es también cuestión de las municipalidades, yo haré presente al alcalde de Madrid la necesidad que existe de tomar alguna providencia que impida esas vertiginosas velocidades que llevan los automóviles, como asimismo muchos carruajes, para que no sea imposible y peligroso, como es hoy, transitar por las calles para el que tiene la desgracia de verse en la precisión de ir a pie por no poder andar en coche.

De manera que yo acojo con mucho gusto las recomendaciones que S. S. me ha hecho; primero, porque es mi deber acogerlas, por haberlas hecho un Senador, y, además, porque en ello me complazco sobremanera, dada la amistad y el cariño que profeso a S. S.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL